Ya no hay sonrisas

- ¿Por qué lloras?

No hubo respuesta.

- Sonríe para mi

Y ahí estaba, en la habitación de espera, Ryohei, Chrome y Gokudera, el más inquieto, era este último, no le cabía en la cabeza, todo esto, no lo procesaba.

Yamamoto era tan ingenuo, tan inocente, bajo la guardia solo unos cuandos segundos que le costaron muy caros. Yamamoto Takeshi, merecía morir, eso pensó Gokudera hasta que se imaginó una vida sin él, y eso, como amigo y como amante, no podía soportarlo.

Tomó el telefono y lo volvió a colgar; No se atrevía aun, aun no tenía el valor de hablar con Tsuna sobre lo ocurrido.

- Cabeza de pulpo, puedo yo..

- No. -Se negó, sin mirar a Ryohei.- Puedo hacerlo, soy la mano derecha del Décimo, no me subestimes, sólo.. dejame solo -Ryohei suspiró y lo dejo solo frente al telefono. Gokudera no sabía ya cuantas veces había manoseado las monedas que tenía en las manos y cuantas veces había descolgado y vuelto a colgar el puñetero telefono.

Su vista volvio al salón donde atendian a Yamamoto con urgencia, aun recordó cuando Ryohei sin aliento le llamó y tras venirse corriendo, pudo ver como a Yamamoto lo llevaron en camilla al lugar; Las sabas estaban completamente rojas de su sangre, y su rostro no daba señales de vida.. de esa vida propia de Yamamoto.

Gokudera contuvo el aliento y hizo, finalmente, la llamada.

-Décimo.. es urgente; Yamamoto fue atravesado, esta muy grave. -El silencio de Tsuna le pareció muy desconsolador ¿Cómo era capaz ese idiota de preocupar a su Décimo de esa manera? O más bien, de preocupar a todos de tal manera.

Colgó cuando Tsuna aviso que iría inmediatamente y se desplomó por la pared, sin aliento, no actuó bien durante los pocos segundos de la llamada, talvés Tsuna lo habría descubierto; Simplemente Gokudera no tenía palabras.. Casi vio morir al idiota con Genkishi, y hasta supo de su casi suicidio, y ahora esto..

- Maldito enfermo del baseball, tu puñetera personalidad blanda te a costado caro, no te lo perdonaré, ni a ti ... ni al que te hizo esto -Suspiró conteniendo el aliento y se rasco los ojos antes de volver a la sala de espera rápidamente con los demás.

Tsuna estaba en camino, y Yamamoto estaba recién en pabellón.

Ryohei lo había encontrado pero no pudo curar sus heridas.

Chrome lloraba, sabiendo la amabilidad que poseía el guardian de la lluvia, que no merecía aquello.

Y Gokudera... Gokudera se hacia mierda por dentro las ganas de llorar y golpear al muy idiota por ser tan jodidamente blando.